Al Banco Central Europeo (BCE) sigue sin temblarle el pulso. La autoridad monetaria ha aprobado este jueves una nueva subida de tipos de medio punto, dejando el precio del dinero en el 3%. Se trata del quinto aumento consecutivo que efectúa la institución que preside Christine Lagarde en apenas medio año. A pesar de que la inflación en la zona euro se ha relajado, el BCE sigue poniendo picas en la escalada más rápida y abrupta de tipos jamás realizada por Fráncfort. Y avisa: vendrán más. En un movimiento poco usual, el Consejo de Gobierno ha dejado por escrito ya la decisión que tomará en marzo: un aumento de medio punto más. A partir de ahí, el Eurobanco deja abierta la posibilidad incluso de aflojar tras una evaluación de su “senda futura”, si bien Lagarde ha recordado que aún queda camino para andar.
Cuando Europa alumbró su moneda única, el 1 de enero de 1999, se decidió que los tipos de interés se situaran en el 3%. Los países de la zona euro han regresado ahora a ese nivel después de una época excepcional de tipos ultrabajos que pretendían sacar al Viejo Continente de la atonía de precios. Ahora el objetivo es otro: luchar contra una tasa de inflación todavía inédita desde hace décadas. Y para ello, el BCE ha decidido adentrarse en un nivel de tipos que enfríe la economía europea. “El Consejo de Gobierno continuará el curso de subidas significativas a ritmo sostenido de los tipos de interés y los mantendrá en niveles suficientemente restrictivos para asegurar el retorno oportuno de la inflación a su objetivo del 2% a medio plazo”, señala el comunicado.
Lagarde anunció en diciembre una subida de tipos más moderada con un lenguaje muy agresivo. Este jueves, en cambio, ha anticipado dos incrementos —que suman un punto porcentual—, con un tono igualmente agresivo pero más matizado. En ocasiones, incluso equívoco. Lagarde ha exhibido cierto optimismo al destacar el descenso del IPC de la zona euro, que permitirá frenar las demandas salariales, y ha avanzado que los precios energéticos serán más bajos de lo esperado en 2023. Además, ha considerado que los riesgos para el crecimiento y la inflación “se han equilibrado”. Con todos esos elementos, los analistas podían interpretar el anuncio de que a partir de marzo se “evaluará la senda futura de su política monetaria” como una puerta al fin de las subidas. Máxime cuando la Reserva Federal ha soltado el pie del acelerador. Pero luego se ha encargado de aclarar que no era así.
El avance de la decisión del Consejo del 14 de marzo también choca con la insistencia en que las decisiones del Consejo de Gobierno “dependen de los datos” y se adoptan “reunión a reunión”, sin orientaciones previas. “El consejo ha supuesto un paso atrás en términos de calidad de la comunicación”, afirman los analistas de ING. “Lagarde ha tenido que trabajar a fondo para aclararlo en la rueda de prensa”, agregan. A pesar de dar buenas noticias, la francesa ha insistido en varias ocasiones que “queda camino por andar” o que todavía “no está todo hecho”. Porque Lagarde ha dejado claro que los signos que invitan al pesimismo aún pesan más que las buenas noticias: los salarios han crecido “de forma más rápida” en los últimos meses, la inflación subyacente sigue siendo elevada y la reapertura de China impone más presión a los precios. “La inflación sigue siendo demasiado alta”, ha zanjado.
La ambigüedad de la francesa refleja probablemente los equilibrios internos a los que Lagarde se ve obligada ante las diferencias entre el sector más ortodoxo, que quieren frenar la inflación a toda costa, y las palomas, que blanden la relajación de los precios y los peligros de que la economía europea descarrile. Por ahora, ganan los halcones. La jefa del BCE ha afirmado que el Consejo ha decidido subir “de forma significativa” los tipos de interés para llevarlos a un nivel “restrictivo” y mantenerlos luego en esa cota el tiempo necesario para devolver la inflación a medio plazo hasta el 2%. Las proyecciones que los economistas del BCE presentarán en marzo serán, pues, determinantes para que Fráncfort fije el camino de los próximos meses. Si estas confirman la resistencia de la economía europea y una inflación superior al 2% en 2025, Berlín y La Haya presionarán para más subidas. Fuentes del Consejo citadas por Reuters, de hecho, ven al menos dos movimientos más: uno de medio punto en marzo y otro de un cuarto de punto para mayo.
El Eurobanco también ha decidido empezar a reducir el balance de deuda que acumuló en la última década a raíz de su política ultraexpansiva. Lo hará a partir del 1 marzo de 2023 y a un ritmo de 15.000 millones de euros mensuales hasta finales del segundo trimestre.
La agenda de Cinco Días
Las citas económicas más importantes del día, con las claves y el contexto para entender su alcance.